sábado, 29 de octubre de 2011

El cigarro mata lentamente “ no importa no tengo apuro”.


Ya sé que dije que nada de choro de como dejar de fumar, ¡Y cumpliré!

 No es que no me sienta tentado de inventar y patentar un método para bajarle de 20 cigarritos al día a cero. Y es que ya viéndolo acumulado 20 cigarritos son de a 140 semanales y unos 600 mensuales y son un  friego, una cantidad que no me la imagino toda en mi boca e inundando mis rosaditos pulmones con esa viscosa sustancia café… Pero nada que no se sepa, solo que me vino a la mente ese primer día de libertad anti-nicótica ¡Y yo que creía que iba a ser tan agradable! Pero la verdad parecía que me habían quitado el precioso anillo que los domina a todos ¡Y no era para menos! Ni un solo cigarro en ese gris-día- terrible, pero hasta ahí la cosa era aun humanamente manejable.


Con los cachetes a reventar de chicles sin azúcar trident yerbabuena y las muelas tapizadas de rastros de halls de miel y la lengua gorda, hinchada y dormida, hice mi día como pude. Pero la cosa es que a los cinco días ya esto parecía más una enfermedad terminal que un síndrome de abstinencia, todo me dolía, todo se me antojaba y todo me caía gordo, pesado, todo me encabronaba y la verdad quería ¡No! no quería ,deseaba, no, ni deseaba ¡Anhelaba con lo más profundo de mi ser!  llenarme de ese delicioso y reconfortante humo toxico ,  porque si, ya sé que dije antes que ya ni me gustaba el tabaquito ese, y es verdad, pero creo que era por la cotidianidad del acto, por lo hastiado de aspíralo por tantos y tantos años (No digo cuantos que luego me calculan la edad) Pero al pasar el tiempo ya  se me figuraba que no había cosa más deliciosa ni preciosa, ni más reconfortante, ni razón más apremiante por la cual vivir que atascarme de cigarro y ahí hubiera quedado mi intentona por dejarlo, una más de muchas, porque la fuerza de voluntad  es mi punto mas flaco, pero algo ocurrió, me dio una tos tremenda, no sé si a causa del  abandono de mi vicio o alguna divina coincidencia destinada a alejarme, ahora sí y de una vez por todas, del vicio de vicios que me dominaba y esa tos flemosa,  e iba a decir de perro, pero no he visto perro con semejante tos ni creo que sobreviviera, que ya para dormir lo tenía que hacer sentado en un sillón estilo perico o gorila de zoologico y aun así, dormía a ratos y a ratos no y a otros ratos a correr al baño, por que tragar esa viscosidad de flemas era inenarrable,inimaginable e inaceptable, en suma, un tormento de inquisición y para mí imposible y el pecho parecía que me reventaba a la vez que me ponía morado tono dinosaurio estúpido y ahí si creí que me despedía que había llegado a mi final, jamas me lo hubiera imaginado así (La verdad, trato de ni siquiera imaginarmelo de modo alguno y prefiero mantener la esperanza en una vida merecidamente eterna) Y con voz débil llamaba al sacerdote y a mi madre y hermanos e hijos, futuros, ajenos y reconocidos o no, a que rodearan mi lecho de muerte y la verdad arrepentido de no dejar el cigarrillo antes pero es que … Yo tan débil y el tan sabroso y con tenue voz debil decir:  "pasame un cenicero hijito", ¡Que descaro! Pero así dicen que hay muchos,  después contare que dejar de fumar no me hizo del todo sano, ni más alto, ni más guapo como esperaba… pero será para después.

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