viernes, 9 de diciembre de 2011

Gracias !!!


Aun con sueño, los ojos medio cerrados  y orinando tan tranquilo, pensaba en cosas que ahora no recuerdo, pero si se, que el hambre matutina comenzaba a hacerse presente.

Termine y  empuje la palanca (En todos lados leo “Jalé la cadena” o “Le jalé al baño” pero no, mi baño y creo que todos los que conozco son de esos de empujar la palanca) Bueno, empuje la palanca y me dispuse a bañarme, así que retirada mi pijama y en perfecto traje de Adán abrí la llave de la regadera y nada, ni una gota, el último resquicio de agua se había ido, literal, por el inodoro, en algo que en ese momento me pareció un  franco desperdicio, ahí el sueño me abandono e inmediatamente comencé a elucubrar planes para la contingencia:

Lo primero desayunar en la calle para no ensuciar trastes, lo segundo ir a un lugar con baño medianamente decente para … Usarlo, lo tercero ir en carro con el aire encendido para minimizar la sudoración y que no fuese tan evidente la urgencia de una ducha, y lo cuarto, dejar ya de pensar y lanzarme, así lo hice.

No tener agua y comer en el vips son dos cosas que me desagradan pero soy consciente que todos tenemos que pasar por estos trances tarde que temprano, así que solo lo acepte y me dispuse a hacer mi día.

Desayune y regrese a mi casa, para descubrir con júbilo que ya había suministro de agua y transformarme de nuevo de un súper ahorrador eficiente y administrado al derrochador promedio que cotidianamente soy.

Me bañe y disfrute de ese placer que solo pueden dar las cosas que se creían perdidas.

A mí me pasa todo el tiempo, tuve colitis nerviosa y deje la coca cola por semanas, la primera que bebí tras esto, le dio un nuevo significado a la frase “La ultima coca cola del refri”.

En un dolor de muelas deje el chocolate.

En un ataque de hipocondría deje el cigarro.

Y en una serie de pedas extremas tras las que amanecía en los lugares más insólitos, con mar- playa- sol o nieve- frio- desorientación, perdí novia y negocio.

Al privarme o perder aquello que tan natural y merecido me parecía sufría algún grado de abstinencia, en el caso de la novia tristeza y en el caso del negocio casi caí en depresión.

Pero la fortuna quiso que todo lo perdido lo recuperara en mayor o menor tiempo y  ahora que lo pienso recuerdo que me dispuse a disfrutarlo plenamente, me jure que cuidaría más mi salud, mis muelas, mi media naranja y claro mis ingresos,  pero el placer y gozo iniciales solo fueron momentáneos, la costumbre se encargó de grabar en mi mente la noción de lo facto de todos estos satisfactores, devaluándolos a mi juicio y volviéndome nuevamente indolente y desagradecido.

Pero no quiero ser muy duro conmigo, no creo que deba serlo, la verdad lo que tengo lo merezco, por lo menos lo merezco igual que cualquier otro y no tengo en mi conciencia el peso del delito o el lastre del que se sabe usurpador, abusador o timador, nadie me mantiene y a nadie acostumbro pedir nada.

¿Pero y la salud?
No la merezco, definitivo soy afortunado.

¿La tranquilidad?
No la merezco tampoco, nuevamente me reconozco afortunado.

¿La verdad? Pensándolo mas, no merezco mucho y gente mejor que yo no tiene ni la mitad.

Dios, el cosmos o la fortuna están conmigo en todo aquello que es sencillo e importante así que solo me queda decir:

Gracias.

¡Y sigan así!

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